lunes, 13 de julio de 2015

CHILE: TAMPOCO NOS LIBRAMOS

Que pena todo lo que está pasando en la política de nuestro país.  La falta de seriedad de nuestras autoridades políticas, de compromiso por la Patria, y por sobre todas las cosas, la falta de honor de nuestros líderes hacen que la política se siga viendo sucia e hipócrita, muy corrupta.  Yo soy un hombre que cree que la única solución verdadera es el establecimiento del gobierno de Dios en la tierra y, por ende, no me enredo con bandos ni políticos de ningún color, pero también soy un ciudadano chileno y tengo los mismos derechos de cualquier vecino para opinar de lo que es tan evidente: la falta de dignidad y de escrúpulos de aquellos que aspiran a ocupar distintos sillones de autoridad.  Es absolutamente cierto lo que dijo en sorna Nicolás Maquiavelo en su obra sobre política "El Príncipe", hablando acerca de la justificación de cualquier cosa a fin de conseguir lo que uno se propone: "el fin justifica los medios".  Y aquí creo que necesitamos hacer un Mea culpa muy sincero, descarnado y a corazón abierto acerca de nuestro desconocimiento de la verdadera naturaleza de la iglesia del Señor, de una ignorancia supina de su labor profética y de denuncia, viviendo encerrados en nuestras burbujas, inventando teorías para agradar a la gente y llenar nuestras vidas de éxito, fama y dinero fácil.  Y, por ende, descuidar absolutamente la formación de cuadros de militantes con mentes iluminadas y corazones ardiendo, y no proveerles un nivel de adiestramiento y de preparación como para aspirar a desarrollar algunos principios de este reino que queremos vivir y en el cual creemos.  Y a veces, no tan infrecuentemente, discutimos la posibilidad de llevar a algunos de nuestros hermanos a ocupar un sillón de autoridad y gobierno; pero, la absoluta verdad es que los cristianos de este país andamos bastante por debajo del nivel de la mediocridad en cuanto a ofrecer una alternativa viable de gobierno, aunque sea a nivel de comuna chica.  El sectarismo, el legalismo, el caciquismo, sumados al desorden, la improvisación, la ignorancia son cargas atávicas que arrastramos como cadenas de un condenado a muerte en su prisión, y pareciera que jamás podremos romper con ese tipo de maldición que pesa sobre los bien-o mal-llamados evangélicos chilenos.  Y no quiero parecer insolente a la hora de los juicios, pero no sé de alguna congregación en Chile donde se trabaje con ahínco, pasión, desinterés y humildad porque, a la hora de los balances, los mejores grupos están llenos de orgullo denominacional, clasismo y soberbia.  No va a faltar el que responda lleno de enojo a esta nota que sí ellos lo están haciendo bien, y eso no va a ser otra cosa que confirmar lo que sostengo aquí.  En Jueces 9 hay una parábola acerca de los árboles que buscaban un rey que los gobernara y, después de ofrecerle el cargo a la vid, al olivo y a la higuera, obteniendo la misma respuesta: "no puedo porque estoy muy ocupado consiguiendo mis frutos", se dirigieron a la zarza - maleza- la cual acepta de inmediato con una condición: que el que no se sujete sea destruido por el fuego.  Y esta escritura se parece tanto al comportamiento humano, que cuando los hombres buenos, con autoridad, sólo se dedican a producir sus frutos, dejan que gente con el espíritu de la zarza los gobierne con todos los vicios de los que no tienen la autoridad para hacerlo: los políticos de carrera.  Que pena para nuestro país que no demos la talla, el ancho, porque vivimos los cristianos de frasecitas hechas como la trillada "profecía" que Chile sería para Cristo, frase que al final del día, después de más de un siglo de repetirla (se dijo en 1909 en Valparaíso) resulta ser un mal chiste evangélico.

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