martes, 6 de agosto de 2013

ALGO QUE VALE LA PENA LEER


(Discurso de David Foster en la Graduación del Kenyon College)

Saludos y felicitaciones a la generación 2005 del Kenyon College.

Erase dos peces jóvenes que nadaban juntos cuando de repente se toparon con un pez viejo, que los saludó y les dijo, "Buenos días, muchachos ¿Cómo está el agua?" Los dos peces jóvenes siguieron nadando un rato, hasta que eventualmente uno de ellos miró al otro y le preguntó, "¿Qué demonios es el agua?"

Esto es algo común al inicio de los discursos de graduación en Estados Unidos: el empleo de una pequeña parábola con un fin didáctico. Esta costumbre resulta ser una de las mejores convenciones del género y la menos mentirosa, pero si te has empezado a preocupar de que mi plan sea presentarme como el pez sabio y viejo que le explica a los peces jóvenes lo que es el agua, por favor no lo hagas. Yo no soy el pez sabio y viejo. El punto de la historia de los peces es, simplemente, que las realidades más importantes y obvias son a menudo las más difíciles de ver y explicar. Enunciado como una frase, por supuesto, suena a un lugar común banal, pero el hecho es que las banalidades en el ajetreo diario de la existencia adulta pueden tener una importancia de vida o muerte, o así es como me gustaría presentarlo en esta mañana despejada y encantadora.

Por supuesto que el principal requisito en un discurso como éste es que hable sobre el significado de la educación en Humanidades y que intente explicar por qué el título que están a punto de recibir posee un verdadero valor humano en vez de ser una mera llave para la simple remuneración material. Así que mencionaremos otro lugar común al inicio de los discursos, que la educación en Humanidades no es tanto atiborrarte de conocimiento como “enseñarte a pensar”. Si son como yo fui alguna vez de estudiante, nunca hubiesen querido escuchar esto, y se sentirán insultados cuando les dicen que precisaron de alguien que les enseñara a pensar, porque dado que fueron admitidos en la universidad precisamente por esto, parece obvio que ya sabían cómo hacerlo. Pero voy a hacerme eco de ese lugar común que no creo sea insultante, porque lo que verdaderamente importa en la educación –la que se supone obtenemos en un lugar como éste– no vendría a ser aprender a pensar, sino a elegir cómo vamos a pensar. Si la completa libertad para elegir acerca de qué pensar les parece obvia y discutir acerca de ella una pérdida de tiempo, les pido que piensen acerca de la anécdota de los dos peces y el agua y que dejen entre paréntesis por unos segundo vuestro escepticismo acerca del valor de lo que es obvio por completo.

Les voy a contar otra de estas historias didácticas. Había dos personas sentadas en la barra de un bar en la parte más remota de Alaska. Uno de ellos era religioso, el otro ateo y ambos discutían acerca de la existencia o no de dios con esa especial intensidad que se genera luego de la cuarta cerveza. El ateo contó, ‘mirá, no es que no tenga un real motivo para no creer.  No es que nunca haya experimentado todo el asunto ese de dios, rezarle y esas cosas. El mes pasado, sin ir más lejos, me sorprendió una tormenta terrible cuando aún me faltaba mucho camino para llegar al campamento. Me perdí por completo, no podía ver ni a dos metros, hacía 50 grados bajo cero y me derrumbé: caí de rodillas y recé “Dios mío, si en realidad existes, estoy perdido en una tormenta y moriré si no me ayudas, ¡por favor!”. El creyente entonces lo mira sorprendido: ‘Bueno, eso quiere decir entonces que ahora crees! De hecho estás aquí vivo!”. El ateo hizo una mueca y dijo: “No, hermano, lo que pasó fue que de pronto aparecieron dos esquimales y me ayudaron a encontrar el camino al campamento…”.

Es fácil hacer un análisis típico en las Humanidades: una misma experiencia puede significar cosas totalmente distintas para diferentes personas si tales personas tienen distinto marco de referencia y diferentes modo de elaborar significados a partir de su experiencia. Dado que apreciamos la tolerancia y la diversidad de creencias, en cualquiera de los análisis posibles jamás afirmaríamos que una de las interpretaciones es correcta y la otra falsa. Lo que en sí está muy bien, lástima que nunca nos extendemos más allá y nos proponemos descubrir los fundamentos del pensamiento de cada uno de los interesados. Y me refiero a de qué parte del interior de cada uno de ellos surgen sus ideas. Si su orientación básica en referencia al mundo y el significado de su experiencia viene ‘cableado’ como su altura o talla del calzado, o si en cambio es absorbida de la cultura, como su lenguaje. Es como si la construcción del sentido no fuera realmente una cuestión de elección intencional y personal. Y más aún, debemos incluir la cuestión de la arrogancia. El ateo de nuestra historia está totalmente convencido de que la aparición de esos dos esquimales nada tiene que ver con el haber rezado y pedido ayuda a dios. Pero también debemos aceptar que la gente creyente puede ser arrogante y fanática en su modo de ver. Y hasta puede que sean más desagradables que los ateos, al menos para la mayoría de nosotros. Pero el problema del dogmatismo del creyente es el mismo que el del ateo: certeza ciega, una cerrazón mental tan severa que aprisiona de un modo tal que el prisionero ni se da cuenta que está encerrado.

Aquí apunto a lo que yo creo que realmente significa que me enseñen a pensar. Ser un poco menos arrogante. Tener un poco de conciencia de mí y mis certezas. Porque un gran porcentaje de las cuestiones acerca de las que tiendo a pensar con certeza, resultan estar erradas o ser meras ilusiones. Y lo aprendí a los golpes y les pronostico otro tanto a ustedes.
Les daré un ejemplo de algo totalmente errado pero que yo tiendo a dar por sentado: en mi experiencia inmediata todo apuntala mi profunda creencia de que yo soy el centro del universo, la más real, vívida e importante persona en existencia. Raramente pensamos acerca de este modo natural de sentirse el centro de todo ya que es socialmente condenado. Pero es algo que nos sucede a todos. Es nuestro marco básico, el modo en que estamos ‘cableados’ de nacimiento. Piénsenlo: nada les ha sucedido, ninguna de vuestras experiencias han dejado de ser percibidas como si fueran el centro absoluto. El mundo que perciben lo perciben desde ustedes, está ahí delante de ustedes, rodeándolos o en vuestro monitor o en la TV. Los pensamientos y sentimientos de las otras personas nos tienen que ser comunicados de algún modo, pero los propios son inmediatos, urgentes y reales.

Y, por favor, no teman que no me dedicaré a predicarles acerca de la compasión o cualquiera de las otras virtudes. Me refiero a algo que nada tiene que ver con la virtud. Es cuestión de mi posibilidad de encarar la tarea de, de algún modo, saltear o verme libre de mi natural e ‘impreso’ modo de operar que está profunda y literalmente auto centrado y que hace que todo lo vea a través de los lentes de mi mismidad. A gente que logra algo de esto se los suele describir como ‘bien equilibrado’ y me parece que no es un término aplicado casualmente.

Y dado el entorno en el que ahora nos encontramos es adecuado preguntarnos cuánto de este re-ajuste de nuestro marco referencial natural implica a nuestro conocimiento o intelecto. Es una pregunta difícil. Probablemente lo más peligroso de mi educación académica –al menos en lo que a mí respecta– es que tiende a la sobre intelectualización de las cosas, que me lleva a perderme en argumentos abstractos en mi cabeza en vez de, simplemente, prestar atención a lo que ocurre dentro y fuera de mí.

Estoy seguro de que ustedes ya se han dado cuenta de lo difícil que resulta estar alerta y atentos en lugar de ir como hipnotizados siguiendo el monólogo interior (algo que puede estar sucediendo ahora mismo). Veinte años después de mi propia graduación llegué a comprender el típico cliché liberal acerca de las Humanidades enseñándonos a pensar: en realidad se refiere a algo más profundo, a una idea más seria: porque aprender a pensar quiere decir aprender a ejercitar un cierto control acerca de qué y cómo pensar. Implica ser consiente y estar atentos de modo tal que podamos elegir sobre qué poner nuestra atención y revisar el modo en que llegamos a las conclusiones a las que llegamos, al modo en que construimos un sentido en base a lo que percibimos. Y si no logramos esto en nuestra vida adulta, estaremos por completo perdidos. Me viene a la mente aquella frase que dice que la mente es un excelente sirviente pero un pésimo amo.

Como todos los clichés superficialmente es soso y poco atractivo, pero en realidad expresa una verdad terrible. No es casual que los adultos que se suicidan con un arma de fuego lo hagan apuntando a su cabeza. Intentan liquidar al tirano. Y la verdad es que esos suicidas ya estaban muertos bastante antes de que apretaran el gatillo.

Y les digo que este debe ser el resultado genuino de vuestra educación en Humanidades, sin mentiras ni chantadas: como impedir que vuestra vida adulta se vuelva algo confortable, próspero, respetable pero muerto, inconsciente, esclavo de vuestro funcionar ‘cableado’ inconsciente y solitario. Esto puede sonar a una hipérbole o a un sinsentido abstracto. Pero ya que estamos pensemos más concretamente. El hecho real es que ustedes, recién graduados, no tienen la menor idea de lo que implica el día a día de un adulto. Resulta que en estos discursos de graduación nunca se hace referencia a cómo transcurre la mayor parte de la vida de un adulto norteamericano. En una gran porción esa vida implica aburrimiento, rutina y bastante frustración. Vuestros padres y parientes mayores que aquí los acompañan deben de saber bastante bien a qué me estoy refiriendo.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos la vida de un adulto típico. Se levanta temprano por la mañana para concurrir a un trabajo desafiante, un buen trabajo si quieren, el trabajo de un profesional que con entusiasmo trabaja por ocho o diez horas y que al final del día lo deja bastante agotado y con el único deseo de volver a casa y tener una buena y reparadora cena y quizá un recreo de  una o dos horas antes de acostarse temprano porque, por supuesto, al otro día hay que levantarse temprano para volver al trabajo. Y ahí es cuando esta persona recuerda que no hay nada de comer en casa. No ha tenido tiempo de hacer las compras esta semana porque el trabajo se volvió muy demandante y ahora no hay más remedio que subirse al auto y, en vez de volver a casa, ir a un supermercado. Es la hora en que todo el mundo sale del trabajo y las calles están saturadas de autos, con un tránsito enloquecedor. De modo que llegar al centro comercial le lleva más tiempo que el habitual y, cuando al fin llega, ve que el supermercado está atestado de gente que como él,  que luego de un día de trabajo trata de comprar las provisiones que no pudo comprar en otro momento. El lugar está lleno de gente y la música funcional y melosa hacen que sea el último lugar de la tierra en el que se quiere estar, pero es imposible hacer las cosas rápido. Debe andar por esos pasillos atiborrados de gente, confusos a la hora de encontrar lo que uno busca y debe maniobrar con cuidado el carrito entre toda esa gente apurada y cansada (etc. etc. etc., abreviemos que es demasiado penoso) y al fin, luego de conseguir todo lo que necesitaba, se dirige a las cajas que, por supuesto, están casi todas cerradas a pesar de ser la hora pico, y las que están funcionando lo hacen con unas demoras colosales, lo que es enojoso, pero esta persona se esfuerza por dejar de sentir odio por la cajera que parece moverse en cámara lenta, quien está saturada de un trabajo que es tedioso, carente de sentido de un modo que sobrepasa la imaginación de cualquiera de los aquí presentes en nuestro prestigioso colegio.

Bueno, al fin esta persona consigue llegar a ser atendida, paga por sus provisiones y escucha que le dicen ‘que tenga un buen día’ con un voz que es la de la muerte. Luego tiene que cargar todas sus bolsas en el carrito que tiene una rueda chueca e insiste en irse para un costado y hace que el camino hasta el auto lo saque de quicio; luego tiene que cargar todo en el baúl y salir de ese estacionamiento lleno de autos que circulan a dos por ahora buscando un lugar libre ¡y todavía queda el camino a casa!, con un tránsito pesado, lento y plagado de enormes 4x4 que parecen ocupar toda la calle, etc. etc. etc.

Todos aquí han pasado por esto, claro. Pero aun no es parte de vuestra rutina de graduados, semana a semana, mes a mes, año a año. Pero lo será. Y cantidad de otras tareas fastidiosas y sin sentido aparente que les esperan. Pero no es este el punto al que me refiero. El punto es que estas tareas de mierda, insignificantes y frustrantes son las que permiten escoger qué y como pensar. Ya que debido al tránsito congestionado, o a los pasillos atiborrados de gente con carritos, o a las larguísimas colas, tengo tiempo para pensar y si no tomo una decisión consiente acerca de cómo pensar, de a qué prestar atención, me sentiré frustrado y jodido cada vez que me vea en estas situaciones. Porque el ajuste natural me dice que estar situaciones me afectan a MI. A MI hambre, a MI fatiga, a Mi deseo de estar en casa y me hace ver que toda esa gente se mete en MI camino. Y ¿quiénes son, después de todo? Miren qué repulsivos son, que caras de estúpidos portan, esa mirada de vacas, no parecen humanos, y que enojosos y groseros son hablando en voz alta por sus celulares todo el tiempo. Es absolutamente injusto e incordiante que me encuentre ahí, entre ESA gente.

Y, claro, además, como pertenezco a una clase de gente socialmente más consiente, gente de Humanidades, me parece terrible quedar atrapado en el tránsito de la hora pico entre esas tremendas 4x4, esos autazos de 12 cilindros que desperdician egoístamente sus tanques de 80 litros de un combustible cada vez más escaso, y puedo asegurar que las calcomanías con los slogans más religiosos y patrióticos están pegados en vidrios de los más enormes, llamativos y egoístas de los vehículos, conducidos por los más horrendos personajes (aplausos y respondiendo a esos aplausos) –este no es un ejemplo de cómo debemos pensar, ojo! –, conductores detestables, desconsiderados y agresivos. Y también puedo imaginar cómo nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos van a acordarse de nosotros por derrochar el combustible y probablemente joder el clima, y pensar en lo egoístas y estúpidos que fuimos por permitirlo y como nuestra sociedad consumista es detestable, etc., etc., etc.

Ya pescaron la idea.

Si yo escojo pensar así cuando me encuentro atrapado en el tránsito o en los pasillos de un supermercado, bueno, a la mayoría nos pasa. Porque este modo de pensar es tan automático, tan natural y establecido que no implica ninguna chance ni elección. Es el modo automático en que percibo la parte aburrida y frustrante de la vida adulta, cuando me dejo ir en automático, inconscientemente, cuando me creo el centro del mundo y que mis necesidades y sentimientos inmediatos determinan las prioridades de todo el mundo, que creo gira a mi alrededor.

La cosa es que, claro, hay otras maneras por completo diferentes de pensar acerca de estas situaciones. En ese transito entorpecido, con vehículos que dificultan mi avance, puede que, en una de esas horrorosas 4x4, haya un conductor que luego de un horrible accidente de tránsito se haya sentido tan acobardado que el único modo de volver a manejar es sintiéndose protegido dentro de uno de esos tanques. O que aquella camioneta que corta mi paso imprudentemente, esté conducida por un padre que lleva a su hijo enfermo o accidentado y se apura por llegar a una guardia médica, o que está en una situación más urgente y legítima que la que yo me encuentro, y que en realidad yo soy el que se mete en SU camino.

O puedo elegir pensar y considerar que todos los que nos encontramos en esa larga cola del supermercado estamos tan aburridos y nos sentimos tan mal como me siento yo y que algunos de ellos probablemente tengan una vida más tediosa y dolorosa que la mía.

De nuevo, por favor, no crean que estoy dando consejos moralistas, o que sugiero el modo en que tienen que pensar ustedes, o que señalo cómo se espera que ustedes piensen. Porque esto que les describo es muy difícil. Requiere de mucha voluntad y esfuerzo y, si son como yo, algunos días no lo lograrán o simplemente se dejarán llevar por la comodidad y falta de ganas.

Pero puede pasar que, si están atentos los suficiente como para darse a ustedes mismos la opción, podrán escoger una manera distinta de percibir a esa gorda, de ojos muertos, sobre maquillada que no deja de gritar a su hijito en la fila. Quizá ella no es siempre así. Quizá lleva tres noches sin dormir sosteniendo la mano de su marido que muere de cáncer en los huesos. O quizá esta señora es la misma que ayer ayudó a tu señora a resolver ese horrendo trámite en el Registro Automotor mediante un simple acto de gentileza. Claro, sí, nada de esto es lo habitual, pero tampoco es imposible. Todo depende de lo que uno elija pensar. Si estás seguro de saber exactamente cuál es la realidad y estás operando en automático como me suele suceder a mí, entonces no dejarás de pensar en posibilidades enojosas y miserables. Pero si en realidad aprendes a prestar atención, te darás cuenta de que en realidad hay otras opciones. Vas a poder  percibir ese atestado, caluroso, y lento infierno no solo como significativo, sino como algo sagrado, consumido por las mismas llamas que las estrellas: amor, comunión, esa unidad mística que hay bien en lo profundo de las cosas.

No afirmo que esta mística se necesariamente verdadera. Pero lo que sí lleva una V mayúscula es la Verdad de que podés decidir cómo te lo vas a tomar.

Esto, yo les aseguro, es la libertad que otorga la educación real. Aprender a cómo estar bien balanceado. Y cada uno decidir qué tiene y qué no tiene sentido. Decidir conscientemente qué es lo que vale la pena venerar.

Y he aquí algo raro, pero que es verdad: en las trincheras del día a día de la vida de un adulto, no existe el ateísmo. No hay tal cosa como la ‘no-veneración’. Todo el mundo es creyente. Y quizá la única razón por la que debamos cuidarnos al elegir qué venerar, cualquier camino espiritual –llámese Cristo, Allah, Yaveh, la Pachamama, las Cuatro Nobles Verdades o cualquier set de principios éticos– es que, sea lo que sea que elijas, te devorará en vida. Si elegís adorar el dinero y los bienes materiales, nunca tendrás suficiente. Si elegís tu cuerpo, la belleza y ser atractivo, siempre te vas a sentir feo y cuando el tiempo y la edad se manifiesten, padecerás un millón de muertes antes de que al fin te entierren. En cierto modo, todos lo sabemos. Esto fue codificado en mitos, leyendas, cuentos, proverbios, epigramas, parábolas, en el esqueleto de toda gran historia. El verdadero logro es mantener esta verdad consiente en el día a día. Si elegís venerar el poder, terminarás sintiéndote débil y necesitarás cada día de más poder para no creerte amenazado por los demás. Si elegís adorar tu intelecto, ser reconocido como inteligente, terminarás sintiéndote un estúpido, un chasco, siempre al borde de ser descubierto. Pero lo más terrible de estas formas de adoración no es que sean pecaminosas o malas, es que son inconscientes. Son el funcionamiento por default.

Día a día nos vamos sumergiendo en un modo cada vez más selectivo acerca de a qué prestar atención, qué percibir como bueno y deseable, sin siquiera ser consientes de lo que estamos haciendo.

Y el mundo real no te va a desalentar en este modo de operar, porque el así llamado mundo real está esculpido del mismo modo, dinero y poder que se regodean juntos en una piscina de miedo y odio y frustración y ambición y adoración al YO. Las fuerzas de nuestra cultura dirigen a estas fuerzas en pos de las riquezas, confort y libertad individual. Libertad para ser los señores de nuestro diminuto reino mental, solitarios en el centro de la creación. Este tipo de libertad es muy tentadora. Pero hay otros tipo de libertad pero justo del tipo de libertad que es el más precioso no vas a escuchar mucho en este mundo que nos rodea, de puro desear y conseguir.

La libertad que importa verdaderamente implica atención, conciencia y disciplina, y estar realmente interesados en el bienestar de los demás y estar dispuestos a sacrificarnos por ellos una y otra vez en miríadas de insignificantes y poco atractivas maneras, todos los días.

Esa es la libertad real. Eso es ser educado y entender cómo pensar. La alternativa es lo inconsciente, lo automático, el funcionamiento por default, el constante sentimiento de haber tenido y perdido alguna cosa infinita.

Yo sé que esto que les digo puede sonar poco divertido y que roza en lo grandilocuente  espiritual en el sentido que un discurso de graduación debe sonar. Lo que quiero que rescaten, del modo en que yo lo veo, es el tema de la V mayúscula de Verdad, dejando fuera todas las linduras retóricas. Ustedes son libres de pensar como quieran. Pero por favor, no tomen este discurso como a un sermón de esos con el dedito apuntando acusatoriamente. Nada de esto tiene que ver con moralidad o religión o dogma ni con las grandes preguntas luego de la muerte.

La V mayúscula de Verdad se refiere a la vida ANTES de la muerte.

Es acerca de los valores que implica la real educación, que no tiene nada que ver con el acumular conocimiento y sí con la simple atención, atención a lo que es real y esencial, tan oculto en plena vista a nuestro alrededor, todo el tiempo, que tenemos que estar constantemente recordándonos a nosotros mismos, una y otra vez: Esto es agua. Esto es agua. Esto es agua.

Es inimaginablemente arduo de llevar a cabo, estar conscientes y vivos en el mundo adulto, día a día. Lo que trae a colación otro gran cliché archisabido: la educación ES un trabajo para toda la vida. Y comienza ahora.


Les deseo que tengan más que suerte!


miércoles, 24 de julio de 2013

POLITICA Y REINO DE DIOS

Que pena todo lo que está pasando en la política de nuestro país.  La falta de lealtad, de compromiso y por sobre todas las cosas la falta de honor de nuestros líderes hacen que la política se siga viendo sucia e hipócrita.  Yo soy un hombre que cree que la única solución verdadera es el establecimiento del gobierno de Dios en la tierra y, por ende, no me enredo con bandos ni políticos de ningún color, pero también soy un ciudadano chileno y tengo los mismos derechos de cualquier vecino para opinar de lo que es tan evidente: la falta de escrúpulos de aquellos que aspiran a ocupar distintos sillones de autoridad.  Es absolutamente cierto lo que dijo en sorna Nicolás Maquiavelo en su obra sobre política "El Príncipe", hablando acerca de la justificación de cualquier cosa a fin de conseguir lo que uno se propone: "el fin justifica los medios".  Y aquí creo que necesitamos hacer un Mea culpa acerca de la labor de la iglesia del Señor al no tener un nivel de adiestramiento y de preparación como para aspirar a desarrollar algunos principios de este reino que queremos vivir y en el cual creemos.  La absoluta verdad es que los cristianos de este país andamos bastante por debajo del nivel de la mediocridad en cuanto a ofrecer una alternativa viable de gobierno, aunque sea a nivel de comuna chica.  El desorden, la improvisación, la ignorancia son cargas atávicas que arrastramos como cadenas de un condenado a muerte en su prisión, y pareciera que jamás podremos romper con ese tipo de maldición que pesa sobre los bien-o mal-llamados evangélicos.  Y no quiero parecer insolente a la hora de los juicios, pero no se de alguna congregación en Chile donde se trabaje con ahínco, pasión, desinterés y humildad porque, a la hora de los balances, los mejores grupos están llenos de orgullo denominacional, clasismo y soberbia.  No va a faltar el que responda lleno de enojo a esta nota que sí ellos lo están haciendo bien y eso no va a ser otra cosa que confirmar lo que sostengo aquí.  En Jueces 9 hay una parábola acerca de los árboles que buscaban un rey que los gobernara y, después de ofrecerle el cargo a la vid, al olivo y a la higuera, obteniendo la misma respuesta: "no puedo porque estoy muy ocupado consiguiendo mis frutos", se dirigieron a la zarza - maleza- la cual acepta de inmediato con una condición: que el que no se sujete sea destruído por el fuego.  Y esta escritura se parece tanto al comportamiento humano, que cuando los hombres buenos, con autoridad, sólo se dedican a producir sus frutos, dejan que gente con el espíritu de la zarza los gobierne con todos los vicios de los que no tienen la autoridad para hacerlo: los políticos de carrera.  Que pena para nuestro país que no demos la talla, el ancho, porque vivimos los cristianos de frasecitas hechas como la trillada "profecía" que Chile sería para Cristo, frase que al final del día, después de más de un siglo de repetirla ( se dijo en 1909 en Valparaíso) resulta ser un mal cuento.       Rubén Rodríguez R.

jueves, 11 de julio de 2013

NO TE DESANIMES

Cuando nacemos de nuevo todo cambia, nuestro amor está en el nivel más alto, no importa qué edad tengas en ese momento, una vez que eres consciente del paso que has dado sientes que amas a Dios con todas tus fuerzas y quieres hablar de tu amor a todo el mundo. ¡Imagínate, te acabas de enterar que estabas destinado a una muerte eterna y ahora eres parte de la familia de Dios.  Estás lleno de ánimo, tu mano siempre está arriba para ofrecerse a todo lo que se necesite.  Te levantas temprano a leer tu biblia, oras todos los días, a cada momento. Tus comentarios son: ¿¡Como pude enterarme recién de esto, todos tienen que saberlo, mi familia, mis amigos!, Amo a Dios sobre todas las cosas, Dios mio te seguiré siempre, no importa que mi vida esté amenazada, iré donde quieras enviarme, etc. Esto se conoce como El "Primer Amor" Hay una felicidad en tu vida que nunca conociste hasta ese momento, el GOZO de la Salvación funcionando a plenitud. 
El problema es que conforme pasa el tiempo las cosas no son como tú imaginaste que serían, tus finanzas no se arreglan como pensaste, no ingresaste a la universidad, tu familia no te entiende y lo que es peor, te rechazan, tu amigos se burlan de tí. Poco a poco la "vida real" te comienza a golpear, la decisión que un día tomaste ya no se ve tan firme a estas alturas, las olas golpean con fuerza tu barca, poco a poco te vas olvidando de tu primer amor, vas perdiendo tu GOZO. Eres consciente que nadie puede arrebatarte de la mano del Padre, pero las cosas ya no son igual, algo cambió.  ¿Que pasó? El diablo sabe que no puede arrebatarte la salvación, que te perdió para siempre el día que decidiste entregarte a Jesús, pero tienes que saber que no se conforma, no se cruza de brazos, el buscará robarte lo que te motivó a hacer las promesas al comienzo de tu vida cristiana, buscará desanimarte porque ésa es su arma maestra. "Si no puedo quitarte la salvación, te inutilizaré; ya no eres mío, pero tampoco servirás a Dios" "No puedo robarte la salvación, pero puedo robar tu GOZO". Esa es la razón por las que hay tantos cristianos debilitados, sin fe, sin fuerzas, desanimados, quejosos, ya no oran, no quieren congregarse, nada es igual, alguien les robó el GOZO y, por ende, han dejado su primer amor. ¿Por qué se terminan las relaciones? ¿Porque se divorcian parejas que tienen años juntos? la respuesta común es: Se acabó el amor, de allí a ser infiel es un pasito.  "Es que ya no la amo, nos ganó la rutina". Igual es con Dios, al poco tiempo de dejar nuestro GOZO, estamos buscando y regresando a aquellas cosas de las cuales salimos, con un lenguaje sucio, disfrutando otra vez de los chistes obscenos, mirando la pornografía que un día prometimos no mirar más, siendo "infieles" a nuestro Dios. En Salmos 51 David le pide a Dios "vuélveme al gozo de tu salvación", había pecado, se había alejado de Dios y lo primero que pide no fue por su reino, ni por sus esposas, él quería volver al GOZO de la salvación.
Al comienzo hablábamos de las parejas que están muy desanimadas en sus relaciones. ¿Sabes cuál es la solución para ellos? Volver al inicio, por qué se enamoraron, volver a las bases, hacer un alto en la vida y regresar a ese amor del principio. ¿Por qué no haces un alto en tu día?, haz un alto en tus planes, vuelve al principio, al momento cuando te encontraste con Dios, y tal como pidió David, vuelve al GOZO de tu salvación.  Un abrazo de tu pastor Rubén Rodríguez

martes, 14 de mayo de 2013

A PROPOSITO DEL DIA DE LA MADRE


Esta tarde en una sesión de la Cámara de Diputados, durante la votación por la ley de las cajas de compensación en las mutuales, la Ministra Evelyn Mathei le mandó un saludo a la madre del Diputado Osvaldo Andrade, en el más absoluto "buen chileno" que caracteriza a nuestra respetada ministra de Estado.
Según la información entregada por el jefe de bancada del PS, el diputado Fidel Espinoza, fueron de tal magnitud los insultos que motivó la suspensión de la sesión.
“No hay ningún motivo para haberle sacado la madre al parlamentario, no creo que haya sido con motivo del día de la madre, como un saludo atrasado. Una vez más lo hizo de forma grosera, con ese ímpetu que la caracteriza”, indicó Espinoza.
Además el parlamentario dio a conocer que debido al incidente solicitaron la suspensión de la sesión, ya que consideraron que la cabecilla de la cartera del trabajo sobrepasó los límites.
Tras esto y a pesar de que ya se habían entregado todos los argumentos para la votación, los jefes de Comité se reunieron y solicitaron a la mesa tomar medidas al respecto.
Por el momento la ministra no se ha pronunciado, ya que salió raudamente desde el recinto sin emitir declaraciones, e incluso, según corroboró La Radio, increpó a una persona que la abordó en uno de los pasillos

viernes, 12 de abril de 2013

LA INVASION QUE SE AVECINA

Ya vienen las famosas elecciones de nuevo-de hecho ya conocemos a todos los candidatos-, así que a preparar el ánimo para la invasión de promesas, sueños, quimeras y utopías que nos ofrecerán los "señores políticos", como decía un tristemente célebre militar chileno, y para que decir de las incoherencias, descalificaciones, chantajes y acusaciones que se harán, como fuego cruzado, los candidatos al poder.  Y se añadirán a sus ya abultados dossier recién descubiertas antiguas y añejas faltas, muy necesarias para ser usadas por los que resulten adversarios (escribo la palabra adversario en forma eufemística, todos saben que son enemigos) de la elección en cuestión.  El problema de toda esta chimuchina es que cada persona que aspira a un cargo lo hace porque anhela el poder, por esa razón es que oímos por doquier frases como "fulanito al poder", "cuando yo esté en el poder", "yo cambiaré esto y lo otro", etc. Y todo esto que lo hemos visto y lo seguiremos viendo mientras el mundo no encuentre su centro de equilibrio no es sino una muestra muy gráfica de la caída del hombre y la corrupción que comienza a partir de ese caída.  Desde el desastre del huerto del Edén el hombre vive con los valores trastocados, propio de un sistema donde Satanás es el señor, el rey de este mundo, el príncipe de este siglo, como lo llamó Jesús. ¿Y cómo debería ser en un sistema ideal, con los valores y principios del reino de Dios?  Obviamente, la motivación correcta de toda persona que anhela estar en un lugar de privilegio para trabajar y llevar adelante obras, debería inspirarse en el servicio a los demás.  Jesús lo deja muy claro cuando, en ocasión en que la madre de los hijos del trueno, Juan y Jacobo, le pide al Señor que cuando esté en su reino ponga a sus hijos al lado de él, uno a su derecha y el otro a la izquierda, a lo cual Jesús le responde que no sabe lo que está pidiendo porque está teniendo la misma motivación espúrea de los que gobiernan en el mundo, pero que en su gobierno el mayor servirá al menor.  O sea, el mayor es el que sirve; entonces crecemos, maduramos, tenemos influencia para servir a los que aún no la tienen.  Por ejemplo, en la familia los padres sirven a los hijos y de esta manera tienen la obligación de proveerles un sinfín de servicios a fin de llevarlos a la madurez, para que, a su vez, ellos también puedan servir a los que serán sus hijos.  El mayor sirve al menor.  En el colegio el profesor sirve a los alumnos, pues tiene el deber de enseñarles, educarles y proveerles de las herramientas técnicas para que puedan trabajar algún día. Del mismo modo, la persona que sea cabeza de una comuna, llámese alcalde, intendente, gobernador (en EEUU el alcalde es el Major), debe ser el mayor servidor y, por ende, escuchar las sugerencias, los consejos, de aquellos a quienes sirve.
Mientras los "candidatos" sigan pensando que los electores son parte de su patrimonio, seguirán sintiéndose seres omnímodos, con el poder de hasta abandonar a sus electores y, por supuesto, dejar de servir a los intereses de éstos, a fin de servir a los suyos propios.
Así que, ¡a prepararse para la invasión que se avecina!  Y en esta zona desértica aparecerán los profesionales de la política, con oficinas en la Capital, para decirnos que siempre se sintieron nortinos y que, incluso una vez vinieron a San Pedro de turistas, todo lo cual les da el derecho inalienable de contar con nuestros votos para sentarse a bostezar (o mirar piluchas en su notebook) en un cómodo sillón de congresista.  O, derechamente, a gobernar desde la Moneda.
                             
                           Les abraza este humilde pastor Rubén que nadie lo propone para nada.

miércoles, 20 de marzo de 2013

OTRA VEZ EL FIN DEL MUNDO

Con todos los acontecimientos acaecidos en los últimos días donde el Vaticano, la renuncia de un Papa, la elección de otro, han sido el foco de la noticia, vuelve a reactivarse toda la farándula escatológica, esotérica y morbosa acerca del fin del mundo.  Esta vez le toca al Papa de turno, el ex Cardenal Bergoglio, de la vecina República de Argentina, el Ppa Francisco o, en términos más latinos "Che Panchito".  Sucede que es la primera vez que se elige para sentarse en el trono papal a un sacerdote jesuita, orden cuestionadísima a través de la historia, donde a su fundador, Ignacio de Loyola, lo acusan varias veces de iluminista y de llevar adelante la inquisición de la edad media.  Pero el cuento va por otro lado: la Compañía de Jesús (ése es el nombre de la orden jesuita) tiene una estructura jerárquica donde a su cabeza, al sacerdote principal, le llaman el Papa negro, no por ser de raza negra, sino porque en Roma, a diferencia del Papa, aquél usa sotana negra.  Así que en la estructura católica hay dos cabezas, el Papa y el papa negro. La historia continúa de la siguiente manera: con la renuncia de Benedicto se creó un impasse porque el Derecho Canónico no contempla la renuncia de un Papa por lo que lo sucedido con Benedicto 16 no tiene solución jurídica, dejando al renunciado en una situación de Stand by, vale decir: no puede volver a ser el Cardenal Ratzinger, sino que sería como Benedicto 16 liberado de sus funciones públicas.  O sea, en el Vaticano habrían dos Papas: Benedicto, el Papa sin poder y el Papa jesuita Francisco, el Papa negro, que sí tiene el poder.  ¿Que les parece?  Está bonito el cuento, al parecer Nostradamus no andaba tan perdido porque él fue el que predijo que el fin del mundo sería cuando en Roma hubieran dos papas, uno blanco y otro negro.  Yo, me quedo con las tareas más inmediatas, aunque peque de simplón, insistiendo hasta la saciedad que nuestro Dios tiene todas las cosas controladas y que nuestro sagrado deber, más que andar averiguando quien es o quien no es el Anticristo o su profeta, es caminar cada día dando testimonio vivo de su verdad.

lunes, 7 de enero de 2013

AGENDA KYRIOS SEMANA DEL 7 ENERO



LUNES 7 (Casa Kyrios)
Servidores: 20:30 Hs.

MARTES 8 (Casa Kyrios)
Ayuno desde las 7AM
Oración 20 Hs.

MIERCOLES 9 (Fam. Cabezas)
Matrimonios 20 Hs. Con traje

JUEVES 10 (Casa Kyrios)
Operativo oftalmológico 20 Hs (gratis)

VIERNES 11 (Casa Kyrios)
Anaferos 20 Hs. Con traje

SABADO 12 (Casa Kyrios)
Jóvenes 19:30 Hs Con traje

DOMINGO 13 (Club Helénico)
Oración 10 Hs
Homenaje 11 Hs