lunes, 12 de mayo de 2008

UN PLANETA QUE COLAPSA

Si revisamos los acontecimientos mundiales que afectan a la tierra, veremos una serie de eventos que están destruyendo al planeta. Lo más curioso de esto, porque catástrofes ha habido siempre, es que cada vez son mayores, más seguidos e irreversibles.
Por decir algo, sólo en esta semana, nos llegan noticias que el ciclón nargis en Birmania hasta este momento ha dejado más de cien mil muertos y se cree, según estudios de la oficina de la ONU, que como saldo final dejaría millones de damnificados.
Por otro lado, el volcán Chaitén aqui en Chile que ha obligado a evacuar la zona de Palena y estar pendientes de lo que pueda ocurrir, que podría ser gravísimo si explotara, por ejemplo.
O el terremoto de anoche en China, que como primer saldo deja más de nueve mil desaparecidos, con imágenes espantosas de gente atrapada por los escombros. Y para que hablar de los lagos que se secan, de los iceberg que desaparecen día a día, de la falta de alimentos en el mundo, etc., etc. Como si esto no fuera suficiente, vemos colapsar no sólo el planeta, sino también sus habitantes, desmoronándose todos los modelos de decencia en nuestras sociedades "civilizadas": el libertinaje, el desenfreno sexual, la pérdida del afecto natural, la violencia intrafamiliar, la delincuencia infantil, las perversiones (pornografía, pedofilia, sodomías), etc. Algo muy malo le está pasando al planeta tierra y como iglesia no podemos estar indiferentes a estos sucesos. Nuestra oración por los que sufren, nuestra ayuda solidaria a los que son perdedores, nuestro clamor por misericordia, deben ser comida cotidiana de toda vocación espiritual. Somos responsables de lo que le pase a la humanidad porque, cuando sabes hacer lo bueno y no lo haces, entonces estamos eludiendo un deber. Dios les bendiga. Rubén

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