José Mariena Cartolos, es un colombiano de 65 años de edad, hombre adulto a quien el Estado de Colombia le otorgó un préstamo por la suma de 3 mil dólares para comenzar una plantación de palma en su propio terreno; estos créditos blandos tienen por propósito ayudar a las personas que pasan por una difícil situación económica, pero que anhelan salir adelante emprendiendo alguna pequeña empresa. Lo que jamás se imaginó Don José Mariena es que encontraría el tesoro escondido de Pablo Escobar, riqueza buscada frenéticamente por muchos colombianos, quienes nunca creyeron las palabras del hijo de Escobar, al asegurar que su padre no había dejado nada. Y así ocurrió, una tarde cualquiera cuando se encontraba cavando una zanja y choca su pala contra algunos elementos extraños, los cuales al ser desenterrados resultaron barriles o toneles de color azul y bien sellados. Pero al abrirlos se lleva la sorpresa de su vida, pues dentro de ellos habían miles de dólares cuidadosamente empaquetados en bolsas de polietileno, contando la cantidad de seiscientos millones de dólares. Se cree, por testimonios de cercanos a Escobar, que deberían haber unos cincuenta lugares con esta cantidad, pues la fortuna escondida se estimó en más de 30 mil millones de dólares.
Como dato informativo les cuento que se calcula que la cocaína mueve al año alrededor de 85 millones de dólares. Es un negocio considerablemente rentable pero está más que claro que a su vez es demasiado peligroso y para poder hacer uso de este dinero sin problemas es necesario “lavarlo” o “blanquearlo” aunque suele ser algo complicado de hacer por las inmensas cantidades logradas, por lo que muchos recurren simplemente a esconderlo.
Uno de los narcotraficantes más famosos de la historia es sin dudas Pablo Escobar, quien utilizaba este método de esconder el dinero por todos lados, desde muebles y lugares de su propia casa, hasta en terrenos baldíos a lo largo del país, una estrategia que muchos utilizarían.
Y no se si esta historia tuvo un final feliz, eso júzguenlo ustedes, pues este pobre agricultor colombiano tuvo que entregar todo el dinero al Gobierno de Colombia, el cual, obviamente, le dará el mejor uso, seguramente para ser destinado a fines benéficos. Qué pena que no haya sido un miembro de mi congregación, suspiró un conocido pastor. Vaya usted a saber porqué.
Les abraza su amigo Rubén Rodríguez R.
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