Aún tengo en mis oídos el gran aplauso que recibieron en la función final. Y de verdad que se lo merecieron, esa noche todo salió simplemente perfecto, sin una sola falla. De verdad que lo hicieron con una soltura y tranquilidad asombrosas. Recordaba la primera presentación de esa misma obra el año anterior, donde estaban todos listos una hora antes, excepto Adolfo, quien nos tuvo temblando hasta cinco minutos antes (jajaja, fue chistosa la anécdota de este ángel, le puso color en el debut). Por otro lado recibir la noticia, la noche anterior a la presentación, de que Elizabeth estaba teniendo problemas de salud y, por lo tanto, no podría salir por prescripción médica, y no dejarnos para nada preocupados esta noticia, sino simplemente recurrir a personas que sabíamos nos sacarían del problema; en este caso, María José, la Coté, quien se aprende la parte de su hermana en dos tiempos ("la Coté es seca", fue el comentario generalizado de ustedes al final de la obra). Había tal confianza en el equipo que se lanzaron en la noche final sin un ensayo previo, sabiendo que habrían algunas autoridades y encargados de cultura examinando la obra (de hecho, estamos invitados a formar parte de una mesa de trabajo de teatro que auspicia la Intendencia). Bueno, a la hora de los balances, el saldo es absolutamente pura ganancia. Quiero darles un abrazo por su responsabilidad, dedicación y esfuerzo, a los que bailaron, a los que durante meses buscaron la música apropiada, a los que prestaron sus equipos de luces y música y además estuvieron en los controles, a los que trasnocharon buscando los mejores efectos especiales, a lo que crearon los pasos, a los que fueron parte del primer elenco: Rayito, Karín, Ruth, Giryolia, Pedro; a los que entraron cuando hubo una necesidad, como Scarlett, Paulina, Joel, Coté, quienes lo hicieron con mucho desplante y profesionalismo, a los que fueron parte del elenco 2011, a los que se vistieron de negro y se movían en la oscuridad total para hacer que sus hermanos brillarn y se lucieran, a los que diseñaron los trajes, a los que se amanecieron fabricando trajes y disfraces, a los que habilitaron los camarines. a los que prepararon el escenario, a los que hicieron aseo de rodillas para dejar la alfombra a punto, a los que se se entusiasmaron con la idea de invitar a sus amigos, familiares y compañeros (seis presentaciones con el teatro casi colapsado de público), a los que quieren seguir haciendo cosas buenas y de excelencia para el Señor. Pero creo, sin lugar a dudas, que de todas las ganancias la mayor que nos deja este trabajo, es el gran desafío de hacer algo, por lo menos, de la misma calidad y excelencia porque sucede que esta "Danza del Espíritu" dejó la vara por allá por el cielo, absolutamente alta.
Vamos a ver que pasa en esta nueva etapa de desafíos y proyecciones. Por ahora, reciban un abrazo y afinen su oído, porque alguien allá arriba está aplaudiendo.
Un abrazo en Cristo,
Pastor Ruben Rodriguez
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